RESUMEN
La distribución biogeográfica (tanto fitogeográfica como zoogeográfica) en la Península Ibérica no ha permanecido sin variaciones a lo largo de la era cuaternaria, producidas en ocasiones por los diferentes periodos glaciares que han tenido lugar en esta era. Mediante los hallazgos en una serie de yacimientos arqueológicos en la propia región, podemos establecer la evolución que ha tenido tanto flora como fauna, diferente a la que han tenido las especies europeas. Los cortes estratigráficos nos muestran no sólo los registros fósiles que nos permiten identificar los habitantes desde el Pleistoceno Inferior en los diferentes extremos de la Península , sino también las condiciones ambientales y climáticas en que habitaban, cambiantes a lo largo del cuaternario.
La situación geográfica, entre 2 continentes, otorgan una importancia aún mayor a la evolución de la biogeografía, ya que supone un punto de conexión o lugar de paso entre África y Europa.
Palabras clave: Biogeografía, Península Ibérica, Cuaternario, Corte estratigráfico, Periodo glaciar.
INTRODUCCIÓN
Es difícil conocer la situación biogeográfica de la Península Ibérica a principios de la era cuaternaria con total seguridad. Una serie de estudios locales en diferentes puntos del territorio intentan determinar mediante cortes estratigráficos qué flora y qué fauna la habitó durante este periodo, hasta llegar a la situación que hoy en día conocemos, y en conjunto, estableceremos unas similitudes entre ellos.
Para el desarrollo del estudio hemos escogido de entre todos los trabajos realizados sobre la materia, dos realizados en cuevas situadas en puntos diferentes de nuestro territorio nacional, y otro yacimiento: La cueva del Mirón (Cantabria), La cueva del Ángel (Cordoba), y El yacimiento de la Sierra de Quibas (Murcia).
Cabe destacar en primer lugar la extraordinaria labor de conservación que las actuaciones arqueológicas están desarrollando sobre la superficie que trabajan, en algunas ocasiones incluso contra la voluntad de las administraciones, obteniendo no sin dificultades una serie de datos de gran relevancia.
Ilustración 1. Distribución geográfica de los puntos de estudio.
Fuente: Elaboración Propia
Los estudios reflejan como la fauna ha variado ligeramente a la que hoy en día podemos encontrar en estas regiones, y como norma general, en el resto del territorio. Sin embargo existen diferencias entre los hallazgos, que nos permiten entender la transición que vivió la península, tanto climática como social, debido a las glaciaciones, y a las migraciones buscando un clima mejor que el del norte europeo.
Cueva del Mirón
El Mirón se encuentra en las proximidades de Ramales de la Victoria , en el valle del Río Asón, en Cantabria. Es una cavidad cuya boca tiene cerca de 20 metros de altura, con un desarrollo total de 130 m . Forma parte del sistema cárstico del Monte Pando, donde se desarrollan otras cuevas como La Cullalvera , La Luz , El Horno, La Haza , y Covalanas, éstas dos últimas bien conocidas por sus pinturas rupestres de “perfilados con puntos rojos” (León García, 1998; Straus et al., 2006).
La situación de apenas 27 km de la línea de costa de la época (en la última glaciación hace 17000 años), con una altura de 260 m por encima del mismo nivel del mar, y orientada a poniente; nos hace explicar porqué se encontró habitada en grandes etapas de la historia.
Straus et al. (2001) describen en detalle ciertos aspectos sedimentológicos y estratigráficos de la Cueva del Mirón, sin embargo no es un análisis pleno, ya que no han alcanzado la profundidad del sustrato rocoso en ninguno de los puntos de la excavación (9 metros a partir de la superficie inicial de la cueva), alcanzando tan sólo la mitad aproximadamente (4 – 5 metros ). De igual manera, la distribución del número de muestras no es igual en los diferentes niveles, así podemos encontrar grandes superficies de excavaciones, en los que las ‘tallas’ (tramos arqueológicos) no son completamente horizontales, y los estratos son más apreciables a menor profundidad.
Las especies encontradas en los diferentes estratos, la mayoría pertenecientes a pequeños mamíferos (obviando los insectos) del Pleistoceno tardío y del Holoceno, se hallan entre la fauna actual de la Cornisa Cantábrica , a excepción del Plyomys lenki, Microtus oeconomus, y M. Grebalis; todas ellas especies de roedores de diferentes tamaños y morfología.
Las especies de mamíferos del área suponen más o menos 30. Las especies encontradas en la cueva del Mirón podemos encontrar cerca del 86% de la fauna de pequeños mamíferos de la propia cornisa Cantábrica; sin descontar la propia fauna introducida por el hombre como Ratius, Mus o Muscardus (Rata, ratón y lirón castaño/gris).
Por otro lado, el clima durante los últimos 40.000 años en el norte de la península ibérica es conocido principalmente gracias a los análisis polínicos, al estudio de los testigos de hielo, así como a la evolución de la geomorfología glaciar y climática en la región. Podemos dividir la sucesión de la vegetación en 3 etapas:
1. 1. Comienzos del Holoceno, temperaturas cálidas, clima mediterráneo, y vegetación reinante boscosa (roble y quejigo)
2. 2. Fase húmeda caracterizada por el aumento de los helechos
3. 3. Condiciones climáticas más frías, señaladas por la desaparición del olivo; disminución importante de la superficie boscosa a favor del brezo.
Ilustración 2. Tabla que muestra la distribución de mamíferos en diferentes hábitats.
Fuente: Elaboración propia a partir de Cuenca-Bescós, Straus, Gonzalez Morales y García Pimienta (2008)
Cueva del Ángel
Yacimiento paleolítico situado en Lucena (Cordoba), al sur de España. La fauna hallada, la litología y las dataciones absolutas, le sitúan en el Pleistoceno medio y superior, lo que la convierte en única en el conjunto de la Península.
‘La cavidad encaja en las calizas dolomíticas claras, grises o blancas del Lías inferior y medio. Estas calizas afloran en bancos masivos que buzan hacia el NNO. Su desarrollo se vio favorecido por la existencia de una fractura de dirección NNO - SSE, claramente distensiva’ (I.G.M.E. 1991). Las excavaciones apenas presentan un corte estratigráfico de 5 metros , ya que pese a iniciarse estas hace casi 15 años, las dificultades por los espolios en primer lugar, y por las administraciones en segundo, no han permitido un desarrollo normal de la actividad.
Durante el periodo de 1995 al 2003, se han conseguido recuperar algo más de 10.000 fragmentos óseos, la mayoría de los cuales provienen del nivel superior de las excavaciones. El material óseo con contexto estratigráfico, por el momento, es sensiblemente menos numeroso. Las especies animales, hasta ahora identificadas, son las siguientes:
O. Perisodactyla: caballos y asnos en su mayoría;
O. Artiodactyla: ganado bovino, ciervos entre otros, incluso bisonte;
O. Proboscidea: Elefante africano y rinoceronte;
O. Carnivora y O. Lagomorfa: tipos de liebres.
En ocasiones la diferenciación de algunas especies animales se antoja tremendamente complicada, ya que la dentadura es muy parecida entre algunas de ellas.
Se han hallado muestras de humano en abundancia, lo que nos indica que en algún momento de la historia esta cueva fue ocupada por comunidades de personas. Resulta llamativa la escasez de material óseo de animales carnívoros, sólo encontrando restos de lince y de oso, quizás traídos por los propios humanos para su consumo. Sin embargo las muestras más abundantes se corresponden con animales herbívoros, con gran presencia de jabalíes adultos y ciervos.
Por otro lado llama poderosamente la atención la presencia de restos de elefante, que aunque no se puede determinar la clase del mismo debido a la juventud de las muestras, todo indica que estamos ante una muestra de elefante africano, que pudo pasar desde África a la península por el estrecho.
Sierra de Quibas
Situado en el término de Abanilla, Murcia; su descubrimiento fue una casualidad llevaba a cabo por un grupo de excursionistas de Elche, debido en parte por la cercanía de este punto a la provincia alicantina.
Yacimiento kárstico que ha proporcionado una amplia lista faunística de alrededor de 53 especies repartidas entre gasterópodos, miriápodos, anfibios, reptiles, aves y mamíferos. El entorno de la cavidad kárstica estaba formado por roquedo calcáreo con áreas abiertas de matorral, pero en las proximidades se desarrollaron humedales y zonas arboladas, como así lo atestigua la presencia de aves y micromamíferos típicos de estos hábitats.
Puede situarse, por tanto, antes del final del Pleistoceno inferior, con una antigüedad entre 1.3 y 1 Ma. Las condiciones paleoclimáticas podríamos decir a partir de la asociación faunística que existía un régimen xerófilo, muy parecido al actual en el área geográfica, aunque quizás con valores de humedad y temperatura algo superiores.
En cuanto a las especies encontradas, destaca la Palaeoglandina, un gasterópodo que se extinguió en el resto de Europa durante el Plioceno y que se mantiene como relicto en el Pleistoceno de la Península Ibérica. Dos de las especies de aves halladas, Gypaetus barbatus y Gerontieus eremita, y una de las serpientes, Elaphe cf. E. sealaris, apenas se encuentran representadas en el registro fósil. Hay además varias especies de aves cuya aparición supone la primera cita en el Pleistoceno inferior de la Península Ibérica. Entre los mamíferos posee una especial relevancia la presencia del Macaca sylvanus.
Según las especies encontradas podemos deducir en primer lugar que la vegetación existente no se adaptaba a condiciones extremas (como áreas de nieve perpetúa o áreas desérticas), conociendo las condiciones en que suelen vivir en la actualidad. En segundo lugar podemos intuir gracias a la mayor presencia de aves y micromamíferos, que el medio en el que vivían mantenía un 50% aproximado de bosque y matorral mediterráneo, gracias a unas condiciones similares a las actuales, aunque con un grado mayor de humedad como hemos resaltado anteriormente.
EXPERIMENTAL
Los tres trabajos utilizan un método muy similar en la clasificación de los hallazgos faunísticos. Intentan identificar piezas únicas en la estructura ósea de cada especie, de manera que encontremos un elemento diferencial y no pueda producir confusión acerca de la población ante la que nos encontramos.
Sin embargo cada estudio tiene, sino peculiaridades, algún paso que complementa los otros, y permite realizar una identificación más exacta.
En general el número mínimo de individuos (NMI) se calcula a partir de un molar diagnóstico en el caso de algunos mamíferos o algún elemento postcraneal en otros casos.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Para entender los cambios biogeográficos en la península debemos hacer mención en primer lugar a 2 fenómenos: tectónica de placas y glaciación. El primero es fundamental para entender que ciertos pasos que en la actualidad consideramos de imposible acceso terrestre, no siempre han sido así, y el segundo nos ayuda a comprender como estos mismos trayectos, que se encuentran separados por el mar, en etapas glaciares muestran una variación importante en los niveles marinos (movimientos eustáticos), mostrando puentes de tierra que comunicaban las zonas y permitían el paso de la fauna en algunos casos. Asimismo debemos resaltar que en estas etapas, las especies centroeuropeas buscaban zonas más templadas, provocando que aparecieran nuevos taxones en la península ibérica.
Al mismo tiempo, cuando la superficie continental quedaba cubierta por el hielo, las condiciones climáticas variaban, por diferentes motivos: Aumentaba el albedo general del planeta, bajaban las temperaturas globales, aumentaba la humedad, y disminuía la proporción de partículas de metano y dióxido de carbono en el aire, gases que provocan en parte la presencia de un clima más templado.
Con estos conceptos de las variaciones planetarias claros, sólo debemos recordar que el cuaternario es conocido como la era de las glaciaciones para poder entender el cambio que ha podido sufrir la península en este periodo. Sin embargo nuestro territorio cuenta con una peculiaridad con respecto a otros: la accidentada orogenia, y la orientación de las elevaciones montañosas (en algunas ocasiones E – O). Esta característica ha permitido a algunas cavidades servir de refugio en los periodos más fríos tanto a especies faunísticas como florísticas, ayudando a que no tuvieran que migrar al continente africano; y creando al mismo tiempo importantes fuentes de estudio.
En cuanto a lo que variaciones biogeográficas propiamente se refiere, a partir del Plioceno superior, se han alternado en la península períodos glaciares e interglaciares, lo que provocó una alternancia de floras cálidas-húmedas y estépicas mediterráneas. En general, desde 2’4 M BP en adelante, se detecta en la península una importante regresión de la masa boscosa y la expansión de praderas de gramídeas (Badal y Roirón, 1995). En cuanto a la población faunística, se aprecia la desaparición de la población subtropical, como jirafas o tapires, manteniendo sólo a los elefantes como únicos representantes de los grandes animales. Sin embargo aparecen animales de suma importancia en la historia (sobretodo antrópica) como los caballos, sustituyendo a los hispariones. Los herbívoros se enriquecieron con la aparición de la gacela (gazella), y los carnívoros con animales tan significativos como el lince.
El cuaternario no es sino una extensión de la ya mencionada alternancia entre periodos glaciares e interglaciares, lo que hace proseguir la pérdida de elementos exóticos tropicales, y la proliferación de flora mediterránea. En cuanto a la fauna, permite la entrada de especies más características de las estepas asiáticas (Agustí y Antón, 1997).
En cuanto a las tres cavidades expuestas en un principio, tenemos ciertas singularidades que determinan un factor diferencial.
Algunos hallazgos fósiles hallados en el relleno cárstico de la sierra de Quibas, confirman el carácter de refugio durante los períodos fríos. Sirva de ejemplo la presencia del gasterópodo termófilo Paleoglandina que se creía extinto en el Plioceno, pero que perduró con certeza hasta el Pleistoceno inferior en la Península (Montoya et al, 1999).
Por otro lado, otros factores como la posición, la latitud, y factores climáticos como la mayor humedad o una aparición de las glaciaciones más pronta, hicieron que en la cueva del Mirón, la fauna que prosperara fuera de un menor tamaño, y podamos encontrar en mayor medida mamíferos de menor tamaño (roedores) provenientes de Centroeuropa, y en menor, grandes animales más característicos de épocas anteriores.
Hacia el 10000 BP se inicia el Holoceno, y con él se conforma el clima actual, con una mejoría de las temperaturas y de la humedad, que permitiría una extensión casi por todo el territorio de la zona de bosque, reduciendo la estepa a las zonas de alta montaña. (Dupré, 1988; Badal y Carrión, 2001). Como consecuencia ascendió el mar, hasta llegar a los niveles actuales, eliminando así los pasillos que habían existido en los períodos glaciares.
El desarrollo del bosque se extiende a medida que avanza el calentamiento. El óptimo climático conlleva la sustitución de los pinos por el género Quercus, que alcanzó su máximo esplendor. (Dupré. 1988).
En cuanto a la fauna, el ascenso de las temperaturas supuso que los grandes mamíferos siguieran su regresión hacía el N al mismo ritmo que retrocedía el hielo, aunque algunos autores lo atribuyan al exceso de caza. Sin embargo la presión humana sí que ha sido responsable de la desaparición o de la regresión de algunas otras (caballo, el lince, ciervo, oso pardo,…), quedando un ínfimo número de especies de la gran riqueza que tuvimos en la península en el Pleistoceno (Blazquez, 2006).
CONCLUSIONES
La peculiar situación de la península que supone un nexo natural entre dos continentes, hace que cualquier variación, por mínima que sea, afecte de manera muy diferente a la zona N y a la S.
La distribución de ciertas cavidades que sirvieron como refugio a diferente número de especies, facilitan un estudio de la historia y evolución, aunque puede llevar a engaño acerca de conjunto de la región.
Las altas oscilaciones que la península y el planeta han sufrido, nos muestran unos ciclos fríos y cálidos que sólo permiten sobrevivir a las especies que se adapten, haciendo honor al célebre término de Darwin de la ‘selección natural; y nada nos indica que el ciclo cálido en el que estamos instalados no finalice. Tendremos que adaptarnos.
REFERENCIAS
Agustí, J. y Antón, M., 1997, Memoria de la Tierra. Vertebrados fósiles de la Península Ibérica, Ed. Serbal, 158 p.
Badal, E. y Carrión, Y., 2001, ‘Del glaciar al interglaciar: los paisajes carbonizados hallados en las cuevas de Alicante’ de ‘De neandertales a cromañones. El inicio del poblamiento humano en tierras valencianas’, p 21 – 40.
Botella Ortega,D, Barroso Ruiz,C, Riquelme Cantal, J.A., Abdessadok, S, Caparrós, M., Verdú Bermejo, L., Monge Gómez, G., García Solano, J.A., 2006, La Cueva del Ángel (LUCENA, CÓRDOBA), Un Yacimiento del Pleistoceno Medio y superior del sur de la Península Ibérica, Trabajos de prehistoria, 63.
Cuenca – Bescós, G., Straus, L.G., Gonzalez Morales, M.R., y García Pimienta, J.C., 2008, Paleoclima y paisaje del final del cuaternario en Cantabria: Los Pequeños mamíferos de la cueva del Mirón (Ramales de la Victoria), Revista Española de Paleontología, 23.
Dupré, M., 1988, Palinología y paleoambiente. Nuevos datos españoles. Servicio de investigaciones Prehistóricas, Trabajos varios, 84.
Dupré, M. y Carrión, J.S., 2001, De neandertales a cromañones. El inicio del poblamiento humano en tierras valencianas, Palinología. Paisajes Valencianos del Pleistoceno superior. p.41 – 44.
Montoya, P., Alberdi, M.T., Blázquez A.M., Barbadillo, L.J., Fumanal, M.P., Van der Made, J., Marín, J.M., Molina, A., Morales, J., Murelaga, X., Peñalber, E., Robles, F., Ruiz Bustos, A., Sánchez, A., Sanchiz, B., Soria, D., Szyndlar, Z., 1999, La fauna del pleistoceno inferior de la sierra de Quibas (Abanillas, Murcia) Estudios Geológicos, 55.
León García, J., 1998, Cantabria Subterránea. Catálogo de las Grandes Cavidades. Diputación Regional de Cantabria, Consejería de Cultura, Santander, 1- 700.
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